Vivimos en un mundo en el que la moda es una parte muy importante de nuestra forma de relacionarnos con nuestros iguales. El culto al cuerpo no es algo nuevo ni moderno, ha existido casi desde que el mundo es mundo; y por supuesto la forma de vestir ha influido en todas las culturas y civilizaciones conocidas. En estos momentos el mundo de la moda es un motor muy importante de la economía mundial,;pero no es indicativo de nada más allá del status social, si se puede o no pagar lo que los estándares de la moda dictan que es la actualidad. A ese universo se puede entrar a base de pasta; sin embargo, lo que ahora nos ocupa son otra clase de prendas, aquellas que puedan ser identificativas de un pueblo, un sentir o una tradición.
En la actualidad existen en el mundo varias vestimentas tradicionales, algunas de ellas muy famosas: el sari hindú, la falda escocesa o kilt, el kimono japonés, el traje de faralaes español… Estas prendas han llegado a nuestros días como un recuerdo de tiempos antiguos; y aunque ahora nos parezcan algo así como anecdóticas, te aseguro que en su tiempo tuvieron su razón de ser. Y es que hubo un tiempo en el que la forma de vestir era más que una forma de estar atractivo, de ajustarse a la temperatura exterior o de seguir un estandar: realmente marcaba un status social del que no se podía salir tan fácilmente.
Si hablamos de la antigüedad, un caso muy significativo era el Imperio Romano. ¿Sabías que la vestimenta de las prostitutas en Roma era la manera en que estas mujeres podían ser identificadas? En realidad allí todo comenzó con la diferencia en el vestir entre romanos y plebeyos, ciudadanos libres y esclavos. La toga en el hombre señalaba un alto status de hombre romano, y según el color y la forma de llevarla se podía ser de una clase social mayor que otra; en la mujer, las diferencias estaban en si eran matronas o solteras, y por supuesto si pertenecían a una familia noble, rica o de clase baja. Pero entonces, las prostitutas empezaron a llevar sus túnicas de una forma diferente, con tejidos y colores que las diferenciaban; al final del Imperio, y como la prostitución se convirtió en una forma más de diversión para el ciudadano romano, la diferencia residía en si la meretriz era o no famosa, tenía muchos clientes o bien clientes acaudalados y de clase noble. Todo un tratado sobre los mensajes subliminales podría sacarse de la forma de vestirse de la sociedad de la Antigua Roma.
En estos momentos, para la gente de a pie, el cómo van vestidos no es tan representativo de su estatus social, más allá de ciertos tejidos, o la marca de algún diseñador/a famoso. De hecho, ni siquiera hay una barrera muy grande entre generaciones, puesto que las mujeres maduras quieren vestir como jovencitas, y las chicas jóvenes adoran parecer sofisticadas usando prendas de mujer mayor. Ya no hay un estilo definido como juvenil, puesto que incluso la moda de los más pequeños intenta emular a la de las grandes firmas, hecha predominantemente para adultos. Así, llegamos a una extraña dicotomía, que graciosamente ha llegado incluso a algo tan adulto como el porno gratis, ¿te lo puedes creer?
En las webs de videos porno podemos ver claramente cómo las chicas siempre van provocativas, pidiendo guerra, con un outfit entre atrevido y decididamente de aire putón (no es criticable, recuerda que se visten así justo para enganchar a cuanto maromo se encuentran); y por otra parte, mujeres mayores insisten en vestirse como jovencitas universitarias, animadoras, estudiantes que aún van con el lapicero en la boca. No hay nada más sexy que una mujer experimentada en el sexo, ¿o sí? Pues una zorrita veinteañera con muchas ganas de aprender, y que además se presente como toda una comehombres con vestidos ceñidos y tacones de quince centímetros.
No creas, también en la actualidad, como en la Antigua Roma, las prostitutas querrían tener su propio estilo, para que fueran distinguidas perfectamente. La diferencia es que, por suerte, en la época actual las mujeres pueden vestirse como quieran, sin ser acusadas de putas; y si quieren tirarse a un tío gracias a sus encantos y a sus modelitos sexys, ya sea gratis o pagando, es su asunto, y su ropa no tiene nada que ver.